Además de causas físicas, el estrés también puede provocar que el gato acelere su respiración y jadee. Lo observaremos en alerta, con las pupilas dilatadas, salivando, tragando repetidas veces y pasándose la lengua por los labios.
En primer lugar debemos dejarlo tranquilo. Debería poder calmarse solo en cuanto remita la situación desencadenante. Por ejemplo, esta reacción puede observarse cuando el gato se encuentra con un congénere desconocido pero, también, en una visita a la clínica veterinaria.
Si persiste el estímulo y el gato no tiene escapatoria puede atacar. Siempre debemos buscar el desencadenante para evitarlo. Si el gato debe acostumbrarse a él tendremos que iniciar una adaptación paulatina. El veterinario especializado en conducta o el etólogo podrán establecernos pautas para conseguir que el gato acepte la nueva situación.
En primer lugar debemos dejarlo tranquilo. Debería poder calmarse solo en cuanto remita la situación desencadenante. Por ejemplo, esta reacción puede observarse cuando el gato se encuentra con un congénere desconocido pero, también, en una visita a la clínica veterinaria.
Si persiste el estímulo y el gato no tiene escapatoria puede atacar. Siempre debemos buscar el desencadenante para evitarlo. Si el gato debe acostumbrarse a él tendremos que iniciar una adaptación paulatina. El veterinario especializado en conducta o el etólogo podrán establecernos pautas para conseguir que el gato acepte la nueva situación.
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